1. Daño reputacional:
Las acciones del Gobierno han deteriorado la imagen de Ecopetrol como empresa técnica, seria y profesional. La percepción pública de que se están manipulando los órganos de control con fines políticos erosiona la confianza de los ciudadanos y de la comunidad empresarial nacional e internacional.
2. Desconfianza del mercado:
Los inversionistas evalúan no solo los indicadores financieros, sino también los riesgos políticos y de gobernanza. La intervención estatal abrupta y la pérdida de independencia de la junta generan incertidumbre sobre la toma de decisiones, lo cual puede afectar el valor de las acciones y el apetito de inversión en el mercado de valores.
3. Posibles consecuencias legales:
La designación de miembros no idóneos puede considerarse un abuso del derecho del voto por parte del accionista mayoritario (el Estado). Esto podría derivar en acciones legales contra la junta directiva y contra el propio Estado colombiano, por actuar en contra de los intereses del resto de accionistas y vulnerar normas de buen gobierno.

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